Vivir conectados: consecuencias psicológicas del mal uso de las redes sociales
Internet, Smartphones y las redes sociales son hoy en día parte de nuestra rutina, vivimos con y para ellos. Internet es una herramienta ya indispensable para trabajar, relacionarse con los otros y planificar nuestras actividades. ¿Qué seria de nuestras vidas hoy sin Whatsapp, GoogleMaps o Instagram? ¿Qué pasaría sin redes sociales?
Pero hoy nos queremos enfocar en el tiempo de vida que invertimos en las redes sociales y en cómo esto está afectando a nuestra sociedad y a sus personas. Hay mucho que hablar en cuanto las redes sociales e Internet; podríamos centrarnos en la mecánica generalizada que se está estendiendo en los nuevos padres de distraer a los niños con los móviles para que no “molesten”, podríamos hablar del mal uso que se puede hacer de las redes sociales y el peligro que estás pueden conllevar, de cómo el propio sistema se está construyendo en función de estas…. Pero hoy, queremos enfocar el tema en cómo las redes sociales absorben nuestra personalidad hasta el punto de depender de estas para construir autoestima. Por lo tanto, entraremos a tratar el tema des del campo psicológico i psicosocial.
Des de la aparición de las redes sociales se han creado muchos estudios sobre como nos afectan a nuestro comportamiento y autoestima. El uso de las redes sociales se ha asociada al estrés, la soledad, la necesidad de compararse…
Hoy en día, cada segundo se suben 4.000 fotos en Facebook en todo el mundo y aparecen, cada día también, 80 millones de nueves imágenes en Instagram: todas idílicas y con muchos likes. Las redes sociales han dinamitado la modestia como virtud y en este camino, la autoestima se resiente.
La nocividad que provocan las redes sociales en las personas es más profunda en las personas con más dependencia a las redes. Para estas personas con alta dependencia a las redes sociales, estas tienen más repercusiones en su estado de ánimo. Pero, por suerte, no pasa a todo el mundo ni tampoco a todos los usuarios de las redes. Por lo tanto, no es tanto la nocividad de las redes por si solas sino el (mal) uso y el tiempo invertido en estas. Entonces podríamos hablar de niveles de adición y como consecuencia niveles de noción.
Las redes sociales, tal expresa la médica psiquiatra Nora Leal Marchena, nos permiten expresar distintas versiones idealizadas de uno mismo. Esconder lo negativo y mostrar el éxito a través del escaparate. Esto ha producido un descenso en la valoración que se tiene de uno mismo aquellos que viven momentos bajos o que consideran que a los otros siempre les va mejor.
El uso de las redes sociales para compartir opiniones, experiencias e incluso, para definirse a uno mismo no tiene nada malo. El peligro se encuentra, según psicólogos expertos, en que estas se conviertan en una herramienta para crear una imagen alejada de la real, para así, enmascarar inseguridades o superarlas buscando la aprobación social. Entonces el problema recae en el momento en que la diferencia entre quiénes somos y quiénes mostramos, es adictiva.
Cuando estamos en este punto, valoramos tanto las vidas externas, que nos olvidamos de optimizar la propia.
«Las razones por las cuales un usuario muestra una vida feliz, cuando a veces no la tiene, responde a muchas motivaciones. Entre ellas podemos destacar la necesidad de aprobación, algo esencial en los seres humanos, ya que es casi natural querer que nos acepten. También nos encontramos con la necesidad de pertenencia, porque deseamos que nos incluyan dentro de un determinado circuito social o profesional.» (Ariadna Guraieb)
Por otro lado, también existe en este caso, la envidia. Las personas quieren mostrarse envidiables, ser admirados por la vida, las cosas que hacen y tienen a través de las redes sociales.
Según un estudio de la Universidad de Pittsburgh, Pensilvania (EE.UU.), consultar con demasiada asiduidad las redes sociales provoca envidia y la creencia distorsionada de que los demás tienen una vida más feliz e interesante que la propia. El estudio reveló que los que consultan Facebook y sus secuaces más de dos horas al día tienen más propensión a experimentar sentimientos de soledad y tristeza que los que únicamente pasaban menos de treinta minutos (como hemos dicho antes, el tiempo importa).
Las redes sociales plasman la lucha contra la inexistencia y la falta de presencia de nuestro mundo. El mundo virtual nos está alarmando y intentando recordar de la falta de vivir a través de nuestros sentidos y percepciones, sin filtros, sin pantallas, sin escaparates.
Francamente es difícil no permanecer al grupo de individuos tecnológicos y desconectarse. Estamos hiper conectados pero infra comunicados. El mundo virtual esta sustituyendo a la realidad.
¿Y hacia donde nos lleva esto?
Las consecuencias de nuestra sociedad tecnológica son muchas en cuanto a los efectos psicológicos que estas tienen en las personas cada vez más dependientes a las redes sociales y al mundo virtual.
Un mal uso de las redes sociales puede conllevar adicción y dependencia, creación de relaciones superficiales, distorsión del auto concepto y baja autoestima, aislamiento social, no permitirnos el aburrimiento, trastornos de identidad…
Auto – reflexión
Os proponemos una serie de cuestiones para haceros antes de actuar en las redes a modo de reflexión:
- ¿Estoy publicando esta foto para compartir o para comparar?
- ¿Qué me motiva a dar “like” a la foto de otra persona?
- ¿Te has planteado cerrar alguna de tus redes sociales alguna vez? ¿Por qué? En el caso de no haber-lo hecho, ¿qué es lo que te ha privado de hacerlo finalmente?
- ¿Cuántas horas crees que inviertes al día en las redes sociales?
- ¿Te vas a dormir mirando las redes? ¿Te levantas y lo primero que haces es comprobar el móvil?
- ¿Cuando viajas inviertes mucho tiempo en hacer fotos para publicarlas?
- ¿Te gusta fotografiar las comidas, también para colgarlas?