Obsolescencia programada: consumir por sistema
Nos gustaría despedirnos del año 2017 con un artículo de reflexión. Os invitamos a pensar sobre nuestras maneras de consumir. ¡Feliz entrada un poco más consciente al 2018!
¿Qué es la obsolescencia programada?
La obsolescencia programada u obsolescencia planificada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, normalmente vinculado a la tecnología, de modo que, tras un periodo de tiempo calculado previamente por el fabricante, este se convierte en obsoleto. Podemos decir que la empresa que fabrica el producto pone fecha de caducidad a un producto para que dure X tiempo y así, después, tengamos que remplazarlo por otro nuevo. Ni tan siquiera puede optarse por la reparación porque o bien, no se venden recambios, o bien se venden a precios tan altos que sale más rentable adquirir un producto nuevo, o bien el producto no puede ni tener opción a reparase porqué esta montado de tal forma que al desmontarlo se rompe.
En informática y en tecnología, la obsolescencia programada se utiliza para describir el ciclo de vida limitado que tiene un ordenador, un sistema, un hardware o software o cualquier otro dispositivo y a partir del cual, este deja de funcionar. Entonces estos se consideran obsoletos, viejos o rotos y no haya alternativa posible a ellos. Cuando una tecnología es obsoleta, significa que dicha tecnología ya no es desarrollada o necesita mejorarse. Este proceso es a día de hoy uno de los engranajes básicos sobre los que se sustenta la industria de la electrónica y todo el sistema consumista occidental.
¿De dónde viene este termino?
Los expertos dicen que la obsolescencia programada empezó a aplicarse en la década de los años 30 en aparatos electrónicos, pero actualmente también se usa en automóviles, moda, ordenadores, móviles y muchos más.
Aun así, la obsolescencia programada nació realmente mucho antes y eso fue el día en que los fabricantes de bombillas se dieron cuenta que les salía menos rentable hacer bombillas de larga duración porque la gente compraba menos. En 1880 Thomas Alva Edison inventó la bombilla incandescente, cuya duración era de 1.500 horas. Finalmente se logró que la duración total fuera de 2.500 horas. Pero este logro no fue un gran descubrimiento para el mercado, ya que al conseguir más duración, se vendían menos unidades y los fabricantes decidieron volver a fabricar bombillas con una duración de 1.500 horas o menos. Es por eso que se puede decir que esta fue la primera vez en la que se utilizó la obsolescencia programada.
Este modelo de mercado, como ya hemos dicho, empezó a desarrollarse fuertemente al largo de la crisis del 1930. En esta época se empezó a hablar de esta estrategia ya que algunas empresas empezaban a notar una reducción en sus ventas porque fabricaban productos de tan buena calidad que luego nadie volvía a comprar nuevos productos debido a que duraban mucho. Entonces, se decidió planificar la vida útil de los productos para hacer que las personas volvieran a comprar nuevos artículos. Y de hecho, este es el secreto de nuestra economía actual: tirar, comprar, tirar, comprar. Nos hemos convertido en una sociedad que está obligada a consumir.
«Quiero el último modelo»
Pero no sólo hablamos de obsolescencia programada cuando se acaba la vida de nuestros dispositivos electrónicos, sino que a veces incluso nos anticipamos nosotros mismos a su final de ciclo, y la sociedad misma, influenciada por el bombardeo de publicidad y el imparable ritmo de «las nuevas salidas», impulsa otro tipo de obsolescencia: el renovar, el querer el último modelo. Entonces nos convertimos en procreadores y impulsores también de esta realidad.
Consecuencias de la obsolescencia programada
La obsolescencia programada no solo tiene consecuencias aplicadas a la sociedad, a la ética de las empresas y al funcionamiento de nuestro sistema, sino que también afecta al medio ambiente. Esto es debido a que los recursos no renovables no son para toda la vida, duran un tiempo especifico hasta que se terminan. Por eso, cuando se fabrican constantemente productos para el uso de la sociedad, se usan este tipos de recursos no renovables y eso genera un impacto medio ambiental de gran dimensión. A parte de esto también convendría reflexionar sobre dónde van a parar todos los productos viejos que dejamos de utilizar al comprarnos los nuevos.
Pero señalar como culpables de las miserias de este sistema a los empresarios “malos e inconscientes” es una postura demasiado cómoda. Más aún teniendo en cuenta que todo el engranaje no funcionaría si no contase con la complicidad del consumidor.
La económica occidental se sustenta en el crecimiento. Pero es un crecimiento sin objetivo y falso. Crecer por crecer. Pero no podemos quedarnos tranquilos divulgando sin movernos. Tenemos un deber moral con nuestra sociedad y también como consumidores.
¿Existe una solución?
El primer paso para poner solución a este problema, el cual cada día es más dramático, consistiría en crear conjuntamente una campaña de sensibilización ya que a la larga esto se convertirá en una situación insostenible, tanto para las empresas como para los consumidores. Aunque ya casi no (visión pesimista), aún estamos a tiempo (visión optimista), así que ¿mejor prevenir que curar, no?. Es necesario arraigar en la consciencia social la necesidad de encontrar una solución. Por un lado, tenemos que alinearnos con la sostenibilidad con todo lo que hacemos i replantearnos los negocios para que tengan parámetros de impacto 0 y así garantizar que nuestra actividad sea beneficiosa y no perjudicial para el medio ambiente. Existe hoy en día una sobreexplotación de los recursos naturales. La reparación, el reciclaje, los materiales biodegradables, la innovación de nuevos materiales y modelos productivos o la evolución hacia servicios con otro valor añadido también son modelos de negocio interesantes para replantearnos como sociedad.
También es importante contemplar el valor de la eficiencia. Consistiría en encontrar la manera de utilizar los recursos de forma adecuada para crear un producto lo más eficiente posible. Además, también seria necesario plantearnos la ética de los negocios.
¿Cuál ha sido la última obsolescencia programada conocida en el mercado?
Hace tan solo unos días Apple admitía que ralentiza iPhones antiguos a propósito. Estamos hablando de un tipo de obsolescencia programada que se aplicaba con la intención de hacer que las personas con los modelos de iPhone más antiguos, tuvieran que verse obligadas a renovar su móvil ya que dejaba de funcionar con su máxima capacidad. Pero el argumento que dió Apple no era el que la mayoría nosotros creíamos… según ellos, admiten que de manera voluntaria habían decidido que sus dispositivos fueran más lentos para tratar de prolongar su vida.
Si usted está interesado en entender el cómo y el por qué, no dude en seguir leyendo esta notícia.